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Una Valencia alejada de sus valores

“Aquí hay un problema. Hay dos maneras de hacer políticas públicas: Una basada en los elementos endógenos, y otra en elementos exógenos. Y aquí es verdad que durante un tiempo se ha dejado de hacer políticas con elementos propios para hacer políticas estandarizadas”. Así define Ramón Marrades, economista urbano valenciano, cómo las políticas municipales de Valencia han distanciado a la ciudad cada vez más de sus propios valores, y con ello, de las prioridades de sus habitantes.

P

         or elementos endógenos se entienden aquellos que la ciudad ya tiene y a partir de los que se                 podría configurar el crecimiento de una ciudad. Ejemplos de ello podrían ser la propia configuración urbana, como el particular entramado de calles del barrio del Cabanyal, o las características que ofrece el propio territorio, como la huerta valenciana. Y por elementos exógenos, tendríamos aquellas “políticas públicas a vara caídas, que llega se posa y provee de soluciones estandarizadas esté donde esté”, explica Marrades. Entre estas últimas podríamos incluir la realización de grandes eventos deportivos o las infraestructuras turísticas, que según el economista, no son fieles al territorio porque “lo deslocalizan y provocan que la ciudad acabe dependiendo de elementos que no le son propios” y que por tanto, no puede controlar.

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La revisión que el Partido Popular intentó hacer del PGOU en 2010 es una gran evidencia de cómo las últimas políticas públicas han dado la espalda a los valores del territorio. El gobierno de Rita Barberá propuso que en esta última revisión, todavía sin aprobar, se recalificaran 362 hectáreas de la huerta para uso residencial. O en otras palabras: quitarle un bocado a la poca huerta que queda en zonas como la Ronda Norte o el barrio de Campanar para convertirla en alrededor de 34.000 viviendas más.

 

Un crecimiento en expansivo que para Marrades, también se ha dejado de hacer “a la manera mediterránea” en Valencia. La estructura clásica de una ciudad mediterránea es aquella en la que el trabajo y el ocio se complementan y permanecen próximos. Sin embargo, los nuevos ensanches construidos en la avenida de Las Cortes Valencianas o la avenida de Francia han abierto la veda: son urbanizaciones privativas y sin espacio comercial que rompen con el modelo mediterráneo de hacer ciudades y “consagran la expansión urbana a la movilidad del tráfico privado con efectos bastante negativos para la igualdad y la movilidad sostenible”, concluye Marrades.

“Las ciudades mediterráneas están provistas de espacios comerciales en las plantas bajas de los edificios, lo que permite que el espacio comercial vigile el espacio público y también facilite una movilidad de proximidad”, añade el economista.

© 2014 Trabajo Final de Grado de Sumaya Barber

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