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          ara Joan Romero, catedrático en Geografía Humana de la Universitat de València, la capital                    valenciana sigue un modelo clásico de ciudad neoliberal, cuyo resultado es una ciudad fragmentada que tiende a la concentración, al aumento de las desigualdades sociales y a la destrucción de los elementos que fueron tradicionales del territorio. “Son procesos aparentemente silenciosos, pero cuyo resultado es evidente”, explica Romero.

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En la misma línea se pronuncia Josep Vicent Boira, profesor titular de Geografía Humana de la misma universidad, quien hace hincapié en que en Valencia no se han buscado políticas públicas para evitar esta concentración, sino que por lo contrario, la han aumentado.

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Y para ambos geógrafos, el tejido comercial de Valencia es un reflejo perfecto de la situación, pues en barrios como el Carmen se está dando una concentración de comercios dedicados al turismo que desplaza cada vez más al comercio tradicional. Boira añade que en la ciudad existen determinadas zonas comerciales que por sí solas ya suponen un enorme centro de atracción para la sociedad, y que sin embargo, el consistorio valenciano ha tendido a reforzar más con el apoyo de actividades o legislaciones que permitan la libertad de horarios. 

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Y aunque se trate de algo inherente al mundo occidental, Romero asegura que en el caso de Valencia se ha llevado este modelo a su máximo exponente a través de una “clara escisión entre la ciudad para ser visitada y la ciudad para residir”. Según el catedrático, esta dualidad ha determinado la estrategia de los poderes públicos, centrada en crear espacios urbanos con el único fin de que sean visitados por los turistas. En palabras de Romero, “te encuentras con que lo que era una ciudad para ser visitada está parcialmente fallida en detrimento de la ciudad para residir, que carece de servicios básicos con muchos barrios desatendidos”.

“Hay barrios que están viviendo un proceso de pérdida de elementos comerciales, sociales y de servicios básicos. En la periferia de Valencia prácticamente todos comparten esta situación de injusticia social”, apunta Boira.

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Pero la ciudad de Valencia no es única en su especie, sino que sigue el patrón de patologías de las denominadas ciudades neoliberales, de las que la capital valenciana podría ser un buen ejemplo. Desde un contexto amplio, gran parte de las ciudades occidentales siguen este modelo y depende entonces de las políticas municipales contrarrestar el principal efecto que producen: la concentración de los servicios públicos y privados en pocas zonas de la ciudad.

El ejemplo perfecto de ciudad neoliberal

© 2014 Trabajo Final de Grado de Sumaya Barber

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